lunes, 13 de octubre de 2014

A QUIEN PUEDA INTERESAR

Sobre el proyecto editorial y expositivo “Panorámica. Arte Emergente en Venezuela. 2000-2012” 

1.- Curar una exposición de arte es un ejercicio hipotético, sustentado en una o varias premisas de partida y sus argumentos correspondientes. Por tanto, curar es ofrecer un marco epistemológico para orientar la mirada y el intelecto en la abigarrada escena visual de la contemporaneidad. En tal sentido, la curaduría no es una “ciencia exacta”  sino una tentativa discursiva donde se articulan lo axiológico (valoración), lo hermenéutico (interpretación) y lo espistemológico (conocimiento), siempre desde la óptica de quien propone una lectura singular en medio de un conjunto más amplio de acontecimientos.

Ni el libro ni la exposición “Panorámica. Arte Emergente en Venezuela. 2000-2012” son, ni pretenden ser, un diccionario ni una enciclopedia, sino el desarrollo de una hipótesis en torno a un período que, si bien puede caracterizarse por la diversidad de medios, lenguajes y temas, gravita excepcionalmente sobre los aspectos contextuales cuyos tres horizontes de referencia son: el entorno sociopolítico de la nación, la escena del arte y las demandas subjetivas del momento.  Tanto lo que se incluye, como aquello que se omite, obedecen a la lógica propuesta por la hipótesis curatorial planteada. Lo cual, dicho sea de paso, si implica un “sesgo”. ¿Y quién ha dicho que la curaduría es una ejercicio neutro e imparcial?

El proyecto editorial y expositivo “Panorámica. Arte Emergente en Venezuela. 2000-2012” intenta establecer algunos lineamientos para comprender la reconfiguración de la escena artística en el país y el tipo de relación que se plantea entre las obras y el contexto, revisando los mecanismos de formación,  valoración y circulación artística. Desde esa óptica, los sesenta artistas reseñados en el proyecto, responden clara e inequivocamente al criterio esbozado, lo que no niega que la selección podría abarcar a un número más amplio de valiosos creadores que por limitaciones de espacio y recursos no fue posible incluir. En todo caso, este proyecto se trata de ideas y no sólo de nombres.

2.- Un curador funciona desde sus afinidades intelectuales y estéticas, las cuales estudia, argumenta y divulga. Consecuentemente, un curador siempre es “complice” de los artistas, obras e ideas con los cuales trabaja: ¿cuál es el pecado? ¿dónde está el delito? 

El curador como autor es responsable de los conceptos y decisiones de orden metodológico que se derivan de su actividad y es a él a quien debe dirigirse cualquier cuestionamiento en dicha materia, en vez de reclamar la atención de otras instancias. A menos, claro está, que lo que se esté solicitando de parte de quienes advierten “conspiraciones” y “complicidades” sea poder o protagonismo. El proyecto editorial y expositivo “Panorámica. Arte Emergente en Venezuela. 2000-2012” es y debe ser perfectible. Sin embargo, no debe ser juzgado por lo que no es o por aquello que podría ser. Cada quien, con los medios a su alcance, puede configurar su propia visión e incluso sugerir otras alternativas metodológicas y conceptuales, sin necesidad de recurrir al resentimiento y la descalificación del esfuerzo ajeno. 

3.- “Panorámica. Arte Emergente en Venezuela. 2000-2012” tampoco es un proyecto historiográfico ni responde a dicha metodología. Los eventos que se comentan no pretenden agotar de manera exhaustiva lo acontecido durante los doce primeros años del siglo XXI,  sino que  se enmarcan dentro de una lectura específica de las producciones visuales en el período. Dos son las preguntas planteadas: ¿cuáles son los rasgos distintivos del movimiento artístico venezolano durante el lapso en estudio? ¿de qué manera se relacionan las producciones artísticas con su contexto de producción y recepción?

Ante un estudio cualitativo como el que se propone ¿cuantos nombres son suficientes? ¿bastan treinta, se requieren cien, o sería mejor que hubieran quinientos? Desde esa perspectiva, lo relevante no es el número de propuestas sino la manera en que ellas se concatenan entre sí y con su entorno de producción y recepción. Esto, obviamente, no tiene una sóla explicación. Se requieren más aproximaciones y más enfoques, incluso aquellos que adversan nuestra propia percepción del asunto.  Efectivamente, aún hay mucho trabajo por hacer.   

4.- Durante el lapso comprendido entre 2000 y 2012 muchos y heterogéneos fueron los planteamientos artísticos que se desarrollaron en la escena local. Algunos de ellos, enmarcados en la continuidad de búsquedas precedentes y otros, aún en vías de consolidación, orientados a la exploración de contenidos inéditos o no suficientemente visibilizados.  ¿Qué cambió? ¿Qué se mantuvo? ¿Cómo identificar las coincidencias y divergencias entre el arte y su contexto? Tales preguntas tienen respuestas complejas y exigen un esfuerzo taxonómico que tampoco es sencillo.

En tal sentido, el término “arte emergente”, empleado para identificar el proyecto editorial y expositivo que comentamos,  no define una tendencia ni es una etiqueta de mercado. “Arte emergente” significa producción configurante en un horizonte de contingencias, tanto endo-artístcas como extra-estéticas. Esto es, arte en diálogo con sus circunstancias, en busca de su definición y sobrevivencia en un entorno cambiante, a veces adverso (como sin duda ha sido el caso venezolano). 

En consecuencia, el “arte emergente” supone tácticas que atañen a la articulación  de nuevos mecanismos de inscripción y circulación de contenidos estéticos en un panorama hostil, buscando el vínculo de lo subjetivo, lo social y lo artístico. Para un arte que emerge en las contingencias de un contexto cambiante no hay taxonomias seguras, hay que inventarlas aunque estas parezcan arbitrarias. Y ya se sabe que en materia artística las mismas variables generan efectos distintos, de la misma  forma que la modificación de ciertas condiciones pueden desencadenar resultados paradojicamente similares a otros periodos.

Cada época  artística tiene producciones emergentes que pugnan por conquistar un espacio simbólico y rituales de permanencia que se enfrascan en preservar su hegemonía, de la misma manera que unas proposiciones afirman su contemporaneidad desde la irreverencia mientras otras se adscriben a la tradición aceptando sus reglas. 

En la Venezuela de comienzos del siglo XXI se plantea un debate que excede los comportamientos ególatras y absolutistas, pues el problema de fondo afecta la lógica estructural del campo artístico y desafía su sobrevivencia. Lo que intenta mostrar de modo directo y sin ambigüedades el proyecto “Panorámica. Arte Emergente en Venezuela. 2000-2012”  son los factores que potencian la emergencia de un arte vigoroso que ha debido redimensionar sus espectativas simbólicas para afirmar su legitimidad como dispositivo de enunciación; un arte donde están tomando cuerpo los asuntos comunes. Los 60 artistas reseñados dan cuenta de esos avatares. El libro y la exposición donde se incluyen dejan claro que en qué medida ellos afrontaron sus circuntancias.   

Félix Suazo
Caracas, octubre de 2014

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