Sobre el proyecto editorial y expositivo “Panorámica. Arte Emergente en Venezuela. 2000-2012”
1.- Curar una exposición de arte es un ejercicio hipotético, sustentado en una o varias premisas de partida y sus argumentos correspondientes. Por tanto, curar es ofrecer un marco epistemológico para orientar la mirada y el intelecto en la abigarrada escena visual de la contemporaneidad. En tal sentido, la curaduría no es una “ciencia exacta” sino una tentativa discursiva donde se articulan lo axiológico (valoración), lo hermenéutico (interpretación) y lo espistemológico (conocimiento), siempre desde la óptica de quien propone una lectura singular en medio de un conjunto más amplio de acontecimientos.
1.- Curar una exposición de arte es un ejercicio hipotético, sustentado en una o varias premisas de partida y sus argumentos correspondientes. Por tanto, curar es ofrecer un marco epistemológico para orientar la mirada y el intelecto en la abigarrada escena visual de la contemporaneidad. En tal sentido, la curaduría no es una “ciencia exacta” sino una tentativa discursiva donde se articulan lo axiológico (valoración), lo hermenéutico (interpretación) y lo espistemológico (conocimiento), siempre desde la óptica de quien propone una lectura singular en medio de un conjunto más amplio de acontecimientos.
Ni
el libro ni la exposición “Panorámica. Arte Emergente en Venezuela. 2000-2012”
son, ni pretenden ser, un diccionario ni una enciclopedia, sino el desarrollo
de una hipótesis en torno a un período que, si bien puede caracterizarse por la
diversidad de medios, lenguajes y temas, gravita excepcionalmente sobre los
aspectos contextuales cuyos tres horizontes de referencia son: el entorno
sociopolítico de la nación, la escena del arte y las demandas subjetivas del
momento. Tanto lo que se incluye,
como aquello que se omite, obedecen a la lógica propuesta por la hipótesis
curatorial planteada. Lo cual, dicho sea de paso, si implica un “sesgo”. ¿Y quién
ha dicho que la curaduría es una ejercicio neutro e imparcial?
El
proyecto editorial y expositivo “Panorámica. Arte Emergente en Venezuela. 2000-2012”
intenta establecer algunos lineamientos para comprender la reconfiguración de
la escena artística en el país y el tipo de relación que se plantea entre las
obras y el contexto, revisando los mecanismos de formación, valoración y circulación artística.
Desde esa óptica, los sesenta artistas reseñados en el proyecto, responden
clara e inequivocamente al criterio esbozado, lo que no niega que la selección
podría abarcar a un número más amplio de valiosos creadores que por
limitaciones de espacio y recursos no fue posible incluir. En todo caso, este
proyecto se trata de ideas y no sólo de nombres.
2.-
Un curador funciona desde sus afinidades intelectuales y estéticas, las cuales
estudia, argumenta y divulga. Consecuentemente, un curador siempre es “complice”
de los artistas, obras e ideas con los cuales trabaja: ¿cuál es el pecado? ¿dónde
está el delito?
El
curador como autor es responsable de los conceptos y decisiones de orden
metodológico que se derivan de su actividad y es a él a quien debe dirigirse
cualquier cuestionamiento en dicha materia, en vez de reclamar la atención de
otras instancias. A menos, claro está, que lo que se esté solicitando de parte de
quienes advierten “conspiraciones” y “complicidades” sea poder o protagonismo.
El proyecto editorial y expositivo “Panorámica. Arte Emergente en Venezuela.
2000-2012” es y debe ser perfectible. Sin embargo, no debe ser juzgado por lo
que no es o por aquello que podría ser. Cada quien, con los medios a su
alcance, puede configurar su propia visión e incluso sugerir otras alternativas
metodológicas y conceptuales, sin necesidad de recurrir al resentimiento y la
descalificación del esfuerzo ajeno.
3.-
“Panorámica. Arte Emergente en Venezuela. 2000-2012” tampoco es un proyecto
historiográfico ni responde a dicha metodología. Los eventos que se comentan no
pretenden agotar de manera exhaustiva lo acontecido durante los doce primeros años
del siglo XXI, sino que se enmarcan dentro de una lectura específica
de las producciones visuales en el período. Dos son las preguntas planteadas: ¿cuáles
son los rasgos distintivos del movimiento artístico venezolano durante el lapso
en estudio? ¿de qué manera se relacionan las producciones artísticas con su
contexto de producción y recepción?
Ante
un estudio cualitativo como el que se propone ¿cuantos nombres son suficientes?
¿bastan treinta, se requieren cien, o sería mejor que hubieran quinientos?
Desde esa perspectiva, lo relevante no es el número de propuestas sino la
manera en que ellas se concatenan entre sí y con su entorno de producción y
recepción. Esto, obviamente, no tiene una sóla explicación. Se requieren más
aproximaciones y más enfoques, incluso aquellos que adversan nuestra propia
percepción del asunto.
Efectivamente, aún hay mucho trabajo por hacer.
4.- Durante
el lapso comprendido entre 2000 y 2012 muchos y heterogéneos fueron los
planteamientos artísticos que se desarrollaron en la escena local. Algunos de
ellos, enmarcados en la continuidad de búsquedas precedentes y otros, aún en
vías de consolidación, orientados a la exploración de contenidos inéditos o no
suficientemente visibilizados. ¿Qué
cambió? ¿Qué se mantuvo? ¿Cómo identificar las coincidencias y divergencias
entre el arte y su contexto? Tales preguntas tienen respuestas complejas y exigen
un esfuerzo taxonómico que tampoco es sencillo.
En
tal sentido, el término “arte emergente”, empleado para identificar el proyecto
editorial y expositivo que comentamos, no define una tendencia ni es una etiqueta de mercado. “Arte
emergente” significa producción configurante en un horizonte de contingencias, tanto
endo-artístcas como extra-estéticas. Esto es, arte en diálogo con sus
circunstancias, en busca de su definición y sobrevivencia en un entorno
cambiante, a veces adverso (como sin duda ha sido el caso venezolano).
En
consecuencia, el “arte emergente” supone tácticas que atañen a la articulación de nuevos mecanismos de inscripción y
circulación de contenidos estéticos en un panorama hostil, buscando el vínculo
de lo subjetivo, lo social y lo artístico. Para un arte que emerge en las
contingencias de un contexto cambiante no hay taxonomias seguras, hay que
inventarlas aunque estas parezcan arbitrarias. Y ya se sabe que en materia artística
las mismas variables generan efectos distintos, de la misma forma que la modificación de ciertas
condiciones pueden desencadenar resultados paradojicamente similares a otros
periodos.
Cada
época artística tiene producciones emergentes que pugnan por
conquistar un espacio simbólico y rituales
de permanencia que se enfrascan en preservar su hegemonía, de la misma
manera que unas proposiciones afirman su contemporaneidad desde la irreverencia
mientras otras se adscriben a la tradición aceptando sus reglas.
En
la Venezuela de comienzos del siglo XXI se plantea un debate que excede los
comportamientos ególatras y absolutistas, pues el problema de fondo afecta la lógica
estructural del campo artístico y desafía su sobrevivencia. Lo que intenta
mostrar de modo directo y sin ambigüedades el proyecto “Panorámica. Arte
Emergente en Venezuela. 2000-2012”
son los factores que potencian la emergencia de un arte vigoroso que ha
debido redimensionar sus espectativas simbólicas para afirmar su legitimidad
como dispositivo de enunciación; un arte donde están tomando cuerpo los asuntos
comunes. Los 60 artistas reseñados dan cuenta de esos avatares. El libro y la
exposición donde se incluyen dejan claro que en qué medida ellos afrontaron sus
circuntancias.
Félix
Suazo
Caracas,
octubre de 2014